- Por Lelia Castro -
Rolando Millahuala y Abi Huenelaf nunca imaginaron que un pequeño brillo en los ojos de su hijo, Neithan, marcaría el inicio de un viaje que cambiaría sus vidas por completo. Hoy, después de 11 meses y un día, pudieron volver a su hogar.
“Arrancó cuando le veía una lucecita en los ojos, un reflejo, como si fuese cuando alumbrás a un gatito, que le brillan los ojitos”.
Cuando Neithan tenía solo 8 meses, sus padres comenzaron a notar que algo no estaba bien con su visión. Las primeras consultas a los médicos les dieron la noticia de que su hijo tenía cataratas, pero a medida que avanzaron los estudios, se reveló un diagnóstico mucho más grave: retinoblastoma, un cáncer raro que afecta a los ojos de los niños.
“Retinoblastoma es un tipo de cáncer que se da en niños. Hay 40 casos al año en el país, pero hay un porcentaje más chico del tipo de cáncer que él tenía, que es bilateral, que se presenta en ambos ojitos”.
Fue en ese momento cuando su vida dio un giro radical. Los papás supieron que debían quedarse en Buenos Aires para afrontar un tratamiento, mientras su hija pequeña debió quedarse con la abuela en Cushamen: “Una de las cosas que nos costó mucho fue dejar a nuestra nena, que en ese momento tenía dos”, explicaron.
“Para nosotros fue todo muy rápido y muy de golpe, porque estábamos con un diagnóstico. Llegamos allá, nos cambiaron el diagnóstico y ya en menos de una semana estábamos arrancando con quimioterapia”.
El tratamiento fue difícil desde el principio. Neithan comenzó a recibir quimioterapia, pero su cuerpo respondía con complicaciones. Luego de varias infecciones, los padres empezaron a notar que su hijo había perdido la visión. A pesar de la tristeza, la familia nunca perdió la fe, tanto ellos como familiares y desconocidos, mantuvieron a Neithan en sus oraciones.
“Yo creo que el único que nos da la fortaleza para afrontar una cosa así es Dios”.
Los primeros días en el hospital fueron una prueba de resistencia para los padres. Las noches fueron largas y a menudo sin descanso. Esos días de incertidumbre también fueron acompañados de momentos de conexión entre ellos: “Hubieron varias noches que nos desvelábamos tomando mates. A veces aprovechábamos la noche para poder charlar nosotros, para poder tomar unos mates tranquilos mientras él descansaba”.
“Lo que sí se extrañaba siempre era la familia, de tener esto de acercarse y tomar unos mates, o de tener esos abrazos contenidos siempre”.
A medida que las semanas pasaban, el tratamiento se volvía cada vez más complicado. La quimioterapia no solo afectaba la salud de Neithan, sino que también causaba infecciones que mantenían a la familia en el hospital. Pero en medio de esas dificultades, la familia recibió un rayo de esperanza: “Desarrolló mucho la parte auditiva”, explican. Su hijo, que ya no podía ver, empezó a reconocer a las enfermeras por sus voces, e incluso podía predecir lo que venía.
“Creo que si hoy miras hacia atrás no sabes cómo lo hiciste, esa es la realidad. No sabes cómo enfrentaste un montón de cosas porque es difícil, pero en ese momento no lo pensás, lo vas haciendo, como salga, lo vas haciendo”.
El momento que los padres tanto esperaban llegó cuando, después de varios tratamientos, Neithan comenzó a mostrar señales de recuperación. Abi recuerda el momento con emoción: “Él empezó a ver después de la tercera quimio más o menos y nos dimos cuenta por separado, pero nadie quería decir nada”. Los padres, conscientes de la fragilidad de la situación, no se atrevieron a celebrar hasta que Neithan no volvió a mostrar más señales de recuperación.
“Mi hijo es un milagro”.
Hoy, con su hijo al lado, la familia de Rolando y Abi mira hacia atrás con gratitud por el apoyo de la familia y la fuerza que les dio la fe. Cada etapa de su viaje, aunque difícil, les enseñó que la esperanza y el amor pueden superar incluso los momentos más oscuros.
“La parte más difícil fue esta, cuando él nos dejó de ver. Nos la pasábamos rezando, llorando para que él se recuperara y teníamos muchos miedos. Teníamos muchos miedos porque decíamos, ¿y ahora?. Si esto es así, ¿cómo se sigue? No era fácil, pero siempre tuvimos fe. La fe fue siempre, siempre, siempre”.
La situación no fue fácil. La familia vivió momentos de angustia, separándose para poder cuidar a Neithan y a su hija: "Pasamos muchas horas separados. Como nuestra hija estaba allá, nos teníamos que dividir”, comenta Rolando, reflexionando sobre cómo la situación los obligó a dividirse para hacer frente a la enfermedad. Pero todo ese sacrificio valió la pena cuando, después de un largo y arduo tratamiento, Neithan comenzó a dar signos de recuperación.
“Una de las frases que tenemos como lema es abrazados al milagro de vivir”.
El milagro ocurrió en un hospital al que llegaron con dudas, pero también con esperanza. Sus médicos de cabecera les sugirieron un tratamiento nuevo, quimioterapia intraarterial, a realizarse en el Hospital Austral. Afortunadamente, este tratamiento era mucho menos agresivo y Neithan pudo pasar mucho más tiempo en su casa. La experiencia en el Hospital Austral fue también una oportunidad para conocer a otras familias que atravesaban luchas similares. Este tipo de apoyo fue fundamental para la familia, que se fue fortaleciendo día a día, no solo por la recuperación de Neithan, sino también por el respaldo de quienes compartían el dolor.
“La fe lo es todo. Nuestro hijo estuvo en oración de todos, de distintas religiones, de gente que ni conocemos, de gente que no sabíamos tampoco, porque después nos enteramos de muchas personas que lo tenían en oración a él”.
Después de muchas semanas de tratamiento, Neithan finalmente llegó a un hito importante: sonar la tan esperada campana en el día de su cumpleaños. Además, tuvo otro momento significativo cuando un piloto de Aerolíneas Argentinas, tras recibir una carta de los padres, se encargó de dar un saludo público a Neithan. Al llegar a la ciudad de Esquel, la familia se encontró con todas aquellas personas que los acompañaron y ayudaron en este difícil momento. Fue un recibimiento lleno de afecto, que pronto derivó en una caravana para festejar a Neithan y reiterar el amor a la familia Millahuala Huenelaf.
“Le pedimos al piloto si podía saludarlo, porque es digno de un festejo así, y que la gente sepa su caso también, porque él es un milagro”.
Cuando se les pregunta qué mensaje dejarían a otras familias que atraviesan momentos difíciles, la respuesta de Rolando y Abi es clara: la fe lo es todo. Neithan es un claro ejemplo de que los milagros existen y de que la esperanza nunca debe perderse. Y, si bien hoy en día está en su casa, su camino hacia la recuperación total sigue, para afrontar estos gastos sus padres reciben donaciones al alias neithan3107.
Agradecemos enormemente a Rolando, Abi, Daiana y Neithan por dejarnos compartir esta increíble historia de lucha y superación.